Debido a la gran variedad de música que coexiste en Perú, también hay una gran variedad de danzas. Se pueden admirar durante todo el año, pero especialmente durante los carnavales (Carnaval de Puno en marzo) o celebraciones especiales (Inti Raymi en Cusco a finales de junio).
En la costa, las danzas afro, con su típico zapateo (donde se aplaude sobre el suelo) y el Vals Peruano son las dos expresiones clásicas de las influencias de los inmigrantes africanos y europeos. El rastro más claro de la herencia colonial es la marinera, donde las mujeres llevan grandes vestidos, un poco como el flamenco español, y blanquean pañuelos blancos de una manera muy elegante. Es una danza de seducción en la que nunca te tocas. Esta danza se ha convertido en el símbolo nacional de la identidad peruana.
En los Andes, se podrían mencionar una multitud de danzas resultantes de una mezcla de influencias: danzas prehispánicas, burlas a los colonizadores, danzas religiosas y católicas, danzas de seducción... Mencionemos al menos la danza de las tijeras, que toma su nombre de un extraño instrumento al sonido del cual los bailarines realizan mil y una acrobacias. La diablada es característica de la región aymara de Puno y del lago Titicaca: importada de Bolivia, representa la lucha entre el Bien y el Mal. Y entonces, como la música mencionada anteriormente, el huayno es LA danza de los Andes por excelencia, y se baila en todas las reuniones sociales y fiestas de la sierra.